Trump y el Servicio de Ingresos Externos: ¿Adiós al IRS y hola a los aranceles?

Imagina un futuro en el que no tengas que preocuparte por llenar formularios del IRS cada abril, donde el gobierno de Estados Unidos deje de gravar tu sueldo y, en cambio, recaude miles de millones de dólares directamente de los productos que otros países envían a sus costas. Eso es exactamente lo que el presidente Donald Trump tiene en mente con su propuesta de abolir el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) y reemplazarlo con un nuevo organismo: el Servicio de Ingresos Externos (ERS). Anunciado en enero de 2025, apenas días antes de asumir su segundo mandato, este plan promete revolucionar la forma en que EE.UU. financia sus operaciones, trasladando la carga tributaria de los ciudadanos a las naciones extranjeras mediante aranceles. Pero, ¿es esto factible o solo una promesa audaz en un año lleno de cambios? Vamos a desentrañarlo.



El gran plan: Abolir el IRS y cambiar las reglas del juego


El corazón de la propuesta de Trump es simple pero ambicioso: eliminar el IRS, la agencia que desde 1913 ha recaudado impuestos sobre la renta de los ciudadanos y las empresas estadounidenses. En su lugar, el Servicio de Ingresos Externos (ERS) tomaría el control, enfocándose exclusivamente en generar ingresos a través de aranceles y otras tarifas sobre bienes importados. "Por demasiado tiempo hemos gravado a nuestra gran gente con el IRS", escribió Trump en Truth Social el 14 de enero de 2025. "Es hora de que eso cambie. Crearé el ERS para recolectar aranceles, tasas y todos los ingresos provenientes de fuentes extranjeras".


El argumento de Trump se basa en una visión histórica: antes de la enmienda 16 de la Constitución en 1913, EE.UU. dependía casi exclusivamente de aranceles para financiar al gobierno. En aquella época, dice él, el país prosperó como nunca, alcanzando niveles de riqueza relativa que lo convirtieron en una potencia mundial. Ahora, en 2025, con el respaldo de figuras como el secretario de Comercio Howard Lutnick y el equipo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) liderado por Elon Musk, Trump quiere volver a ese modelo. Su meta final, según Lutnick en una entrevista en Fox News el 19 de febrero de 2025, es "abolir el IRS por completo y dejar que los extranjeros paguen".


¿Cómo funcionaría el ERS?


El ERS no sería una agencia tradicional de recaudación de impuestos internos, sino un organismo diseñado para aprovechar el comercio internacional. Actualmente, los aranceles y las tasas aduaneras son recolectados por el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), que en 2023 recaudó $80,000 millones. La propuesta de Trump implicaría transferir y ampliar esa función al ERS, con un enfoque agresivo en aumentar los aranceles, especialmente a países que no reduzcan sus propias barreras comerciales contra productos estadounidenses. Trump ha hablado de "aranceles recíprocos", una estrategia que impondría tasas equivalentes a las que otros países aplican a EE.UU., con el objetivo de generar hasta $700,000 millones anuales, según estimaciones iniciales de su administración.


Ese dinero, dice Trump, no solo financiaría al gobierno—que en 2023 recaudó $4.9 billones a través del IRS—sino que también permitiría reducir o incluso eliminar los impuestos internos, como el impuesto sobre la renta personal y corporativo. Es una idea que suena tentadora: más dinero en tu bolsillo y menos trámites burocráticos. Pero, como siempre, el diablo está en los detalles.


Los números detrás de la promesa


Hagamos cuentas. En 2023, los aranceles representaron solo el 2% de los ingresos federales totales, mientras que el impuesto sobre la renta personal y corporativo aportó más del 80%. Para reemplazar esos $4.9 billones con aranceles, el ERS tendría que multiplicar la recaudación actual por más de 60 veces. Trump apuesta a que su plan de aranceles masivos—un 10% universal a todas las importaciones, 25% a Canadá y México, y hasta 60% a China—pueda cerrar esa brecha. Sus asesores, como Peter Navarro, han sugerido que esto "nos llevará de vuelta a un futuro próspero como el de finales del siglo XIX", cuando los aranceles eran la norma.


Sin embargo, los economistas no están tan convencidos. Según un análisis del Tax Foundation, un arancel universal del 20% generaría $4.5 billones en una década, pero los efectos económicos negativos—como la reducción del comercio y el aumento de precios—reducirían esa cifra a $3.3 billones. Comparado con los $4.7 billones anuales que recauda el IRS, hay un déficit enorme. Incluso con $700,000 millones al año, como promete Trump, el ERS solo cubriría un tercio de lo que se necesita para mantener al gobierno en marcha, dejando preguntas sobre cómo se financiarían servicios esenciales como defensa, salud y educación.


Los pros: Menos impuestos, más control


Para los partidarios de Trump, esta propuesta es un sueño hecho realidad. Figuras como Ron Paul y economistas de la Heritage Foundation, como EJ Antoni, han aplaudido la idea de alejarse de los impuestos sobre la renta y acercarse a un modelo basado en el comercio. "Cualquier cosa que nos saque de los impuestos internos y nos lleve a los aranceles es genial", dijo Antoni al New York Post. La eliminación del IRS significaría menos burocracia para los ciudadanos, menos auditorías y, potencialmente, cheques más grandes al final de cada mes si los impuestos sobre la renta desaparecen.


Además, el enfoque en aranceles recíprocos tiene un atractivo político. Trump ha argumentado que países como China y la Unión Europea han explotado a EE.UU. con acuerdos comerciales "débiles", y el ERS sería una herramienta para nivelar el campo de juego. Si funciona, podría fortalecer la economía interna al proteger a las industrias locales y traer empleos de vuelta a casa, algo que resuena con su lema "Make America Great Again".


Los contras: Precios altos y represalias


Pero no todo es tan simple. Los críticos, incluidos demócratas como el senador Ron Wyden, advierten que esto podría ser "un aumento de impuestos disfrazado de miles de millones para las familias y pequeñas empresas". Los aranceles no los pagan los países extranjeros, sino los importadores estadounidenses, quienes luego trasladan esos costos a los consumidores. Un estudio del Peterson Institute estima que los aranceles propuestos por Trump aumentarían los precios en un 5-10%, afectando desde electrónicos hasta ropa y alimentos.


Y luego están las represalias. Si EE.UU. impone aranceles del 25% a Canadá y México o del 60% a China, esos países podrían responder con sus propios aranceles a productos estadounidenses, dañando a exportadores como los agricultores y fabricantes de automóviles. "Esto no es externo, es un impuesto a los consumidores estadounidenses", dijo Kimberly Clausing, coautora del estudio, a Newsweek. El comercio global podría tambalearse, y con él, la estabilidad económica que Trump promete proteger.


El camino por delante: ¿Viable o utópico?


La implementación del ERS no será fácil. Crear una nueva agencia requiere la aprobación del Congreso, donde los republicanos tienen mayorías en ambas cámaras en 2025, pero no todos están alineados con la visión de Trump. Algunos preferirían usar los ahorros de DOGE—que busca recortar $2 billones en gastos—para reducir la deuda nacional de $36 billones en lugar de financiar una transición arriesgada a aranceles. Además, el CBP ya maneja las aduanas; ¿por qué duplicar esfuerzos con el ERS? Expertos como Bryan Riley del National Taxpayers Union han cuestionado si esto es "más marca que sustancia".


Aun así, Trump está decidido. El 20 de enero de 2025, día de su inauguración, firmó una orden ejecutiva para explorar la viabilidad del ERS, y Lutnick ha prometido que los ingresos por aranceles serán "tan masivos" que el IRS quedará obsoleto. Pero entre las promesas y la realidad hay un trecho largo, y la historia nos enseña que los grandes cambios fiscales rara vez son tan limpios como suenan.


Conclusión: ¿Un nuevo amanecer o un espejismo?


El plan de Trump para abolir el IRS y crear el ERS es una apuesta audaz por transformar la economía estadounidense. Si tiene éxito, podría liberar a los ciudadanos de los impuestos sobre la renta y redefinir el papel de EE.UU. en el comercio global. Pero si falla, podría disparar los precios, desatar una guerra comercial y dejar al gobierno sin fondos suficientes. Mientras el debate sigue calentándose, una pregunta queda en el aire: ¿qué opinas tú? ¿Es el ERS la solución que necesitamos o un experimento arriesgado que deberíamos evitar?


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